
Álbum: Pablo Guerrero en el Olympia
Autor: Pablo Guerrero
Año: 1975
El 2 de marzo del año 1975 el regidor del Teatro Olympia de París se dirigió a Pablo Guerrero, Nacho Sáenz de Tejada y Miguel Ángel Chastang, y les dijo: «Españolitos, este teatro ha hecho grandes a Jacques Brel, a Bob Dylan, a Joni Mitchell… Por aquí han pasado los mejores. Así que a ver qué hacéis, porque como lo hagáis mal os hunde en la miseria para siempre”. Faltaban pocos minutos para que los tres actuaran sobre las tablas del mítico teatro francés, y esa advertencia fue contrarrestada por la frase: “Se van a enterar estos franceses de lo que sabemos hacer”. Esto último lo dijo el músico Miguel Ángel Chastang, quien bajo en mano, junto a Nacho Sáenz de Tejada a la guitarra, fue testigo del concierto, y posterior disco, que dió a Pablo Guerrero la gloria y mostró al mundo a uno de los mejores cantautores españoles de la Historia.
Tras un primer disco publicado en el año 1972, A cántaros, Pablo Guerrero editaba en el año 1975 el álbum posiblemente más laureado de su discografía y también uno de los más famosos de la historia de la canción de autor en castellano. En el Olympia se compone de 11 canciones, de las cuales seis de ellas (Hoy que te amo, Buscándonos, Planeo, Para huir de la muerte, Pepe Rodríguez el de la barba en flor y A cántaros) ya habían sido editadas en el disco A cántaros, y de las otras cinco restantes cuatro son de autoría de Pablo Guerrero y otra, Cantares de trilla, es un canto popular del folclore extremeño. Encontramos en la obra de Pablo, y por tanto también en este disco, el diálogo entre el imaginario rural y la vida cosmopolita, el equilibrio entre el costumbrismo y los sueños con sus esperanzas, el paisaje donde se enraízan y crecen entrelazados amor y deseo, y por supuesto la mezcla entre voz poética y grito visceral.
Nacho Sáenz de Tejada, guitarrista y escudero de Pablo Guerrero durante décadas y también en el disco En el Olympia, decía del extremeño que era uno de los cantautores más modernos que existían por su incansable búsqueda de nuevas músicas y formas de expresión; quizá un buen ejemplo de ello, por la música alejada de la canción de autor en castellano o de la canción francesa que tanto a ésta influyó, sea la canción que abre el álbum Busca la gente de mañana. Tras ese maravilloso comienzo nos topamos con la aparentemente delicada Hoy que te amo, en la que Pablo Guerrero a través de una canción de amor -donde se mezcla deseo y esperanza- nos relata el paisaje, y el árido paisanaje, de la España de los primeros años setenta en la que agonizaba la dictadura franquista. Tiene Hoy que te amo también algunas dosis de sutil poesía, como por ejemplo en versos como: «Hoy que te amo, voy a incendiar el aire, con la risa y el beso de tu voz y la mía […]»; y es Hoy que te amo en su lírica un adelanto de una de las canciones más poéticas del disco como es Buscándonos. En Buscándonos el deseo, con su sensualidad y su sexualidad, nos brinda una gran composición, de bella melodía, llena de versos con un vuelo poético elevadísimo: «Qué de temblor de peces / hay en tus ojos», «Qué temblor de manantiales / hay en tu boca», «Qué de temblor de vida / hay en nosotros / cuando nos descubrimos / buscándonos, buscándonos / hasta sentirnos uno, nuestros, resucitados». El cuarto corte del disco Ecos de sociedad es, desde mi punto de vista, una de las mejores canciones de Pablo Guerrero, en la que se mezclan narrativa («Él iba luciendo su viril elegancia / su bigotito gris, su educación en Francia / y la fábrica azul de su suegro en Manresa») y poesía («La catedral es un barco que navega despacio / sobre un mar de rosas de terciopelo lacio / y atraca en el escote de una joven doncella»), para brindarnos un relato y un retrato magnífico ya no solo de la sociedad de la época, sino también del país que sigue siendo a día de hoy -cincuenta años después-. Dicho esto último podríamos incluir Ecos de sociedad en ese conjunto de canciones sociales, esto es de queja social e inconformismo, de la obra del cantautor nacido en Esparragosa de Lares. Planeo cuenta con la autoría en música de Nacho Sáenz de Tejada, y en ella encontramos un texto asombroso, en el que podríamos detenernos en cada frase, donde un hombre anhela un cambio («Ahorcaría su corbata, y dejaría colgado / su horario en la pared. Y esa tela de araña que se metió en su frente / le dejaría, posiblemente, de doler») y otra vida mejor («una vida tan bella como cien televisores apagados») que nunca alcanza («Ya sé, mujer, nos preocupan los niños / el colegio, los plazos, la casa en el campo / y se hundía en el sillón, sintiéndose vencido / como letras de cambio»).
En el ecuador del disco encontramos Extremadura, un canto a capela emocionante, con el leve acompañmiento del golpeo a la madera de la guitarra, que nace de la víscera, de la autenticidad y de la tradición, y nos descubre la voz de un Pablo Guerrero que choca con la forma de hablar, y también de cantar, pausada del cantautor a lo largo de la grabación. Es Extremadura una canción impresionante que engancha con esa tradición de los cantos de siega y de campo que encontramos unos cortes después en Cantares de trilla. En Para huir de la muerte nos encontramos con una canción solemne musicalmente y puramente de amor en su temática; en la que dos grandes genios del arte, como Pablo Picasso y Pablo Neruda, son referenciados, y encontramos un verso de imaginario rural, y de conexión con la naturaleza muy presente en la poesía de Pablo Guerrero, muy destacable como es: «Tú me darás las fresas mejores de tu huerto / Yo te daré mi vino, más peleón, más duro, más añejo».
Cierran el disco cuatro canciones: la ya referenciada Cantares de trilla y las mayúsculas Pepe Rodríguez, el de la barba en flor, Emigrante y A cántaros. En Pepe Rodríguez, el de la barba en flor encontramos un romance folk donde, en palabras del mismo Pablo, se narran las aventuras de un personaje mitad Cid Campeador y mitad Don Juan; otro buen relato, y retrato, de una sociedad. Igual pasa con Emigrante, que es la canción a la que Pablo Guerrero se refirió alguna vez como una de las más especiales y que más le emocionaba y le dolía cantar. La historia de dos emigrantes españoles que se encuentran en tierras alemanas -quizá la podríamos suponer como la ficción de la propia historia del autor quien a comienzos de los setenta trabajó en una fábrica alemana- y en su nostalgia proyectan el recuerdo y la imaginación de la tierra perdida. Y un gran disco sólo se puede acabar con una gran canción: A cántaros. Es esta sin lugar a dudas la canción más gigante de la obra del cantautor extremeño. Un canto a la esperanza pero también una crítica al conformismo, que adivinaba la España que se venía. Una canción, tanto en su letra como en su luminosa musicalidad, tan bella como eterna llueva lo que llueva A cántaros.
Es En el Olympia un disco que pudo no ser, ya que Pablo Guerrero y Nacho Sáenz de Tejada no querían publicarlo porque no quedaron conformes con la calidad; y fue gracias a la insistencia del productor de Gong Discos Gonzalo García Pelayo. Es Pablo Guerrero en el Olympia, como ya hemos dicho, una obra importantísima en la historia de la canción de autor en castellano.